viernes, 11 de marzo de 2011
Sabed que mi oficio no es otro, sino valer a los que poco pueden.
También nosotros profesamos que ese es nuestro oficio y profesión. Que es honrosa cosa favorecer y ayudar a menesterosos y desvalidos, enmendar sinrazones, enderezar tuertos, socorrer al débil, detener el brazo de felones maltratadores y librar aventuras solidarias, soñando ínsulas de justicia y bienestar.
Nos dicen utópicos por nuestro empecinamiento en levantar derechos ciudadanos sobre la vetusta herencia benéfica y asistencial, y por haber visto oportunidades de progreso social, donde otros solo veían pobreza y marginación.
Quizás en nuestro entusiasmo alguna vez hayamos confundido ventas con castillos. Pero sabremos detener el desafuero de quienes intenten convertir en ventas los centros y servicios que con tan grande ilusión hemos levantado, para que las gentes de todo oficio y condición podamos vivir más dignamente y gozar de la nuestra convivencia.
Y si en este empeño las cosas se ponen difíciles, sabremos decir, con el genial caballero: Bien podrán los encantadores quitarnos la aventura, pero el esfuerzo y el ánimo ¡jamás!
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